Proceso de restauración

Cada vez que recibo el encargo de restaurar un órgano, el primer contacto con él es el
más importante para mí. En ese momento inicial, establezco una conversación privada e íntima con el instrumento. Primero, escucho su respiración al despertar del letargo, dejo que el viento suene solo dentro de cada uno de sus canales y conductos; espero que empiece a desprender su olor hacia mí, ese perfume compuesto de cera, incienso, madera, ceniza, metal, piel, halo humano y oración. Todos esos elementos se han ido macerando en el interior de su fuelle, de su secreto, de sus cientos de tubos de metal y madera durante más de cien años.


Una vez que ambos hemos conectado físicamente, empiezo a acariciar cada una de sus teclas, extrayendo más, si cabe, su perfume y su presencia al exterior. Acciono sus registros y comienza el canto, el mágico canto de sus tubos, y le escucho… Escucho lo que me dice: quién fue, cómo ha sido tratado, escucho la dulzura o aspereza de su carácter. Tiento la sencillez o rudeza de su mecánica, y establecemos una Mirada íntima y personal. Sin pretenderlo, también empieza a aparecer el carácter de su creador original, ese organero famoso, o anónimo, que está implícito en la existencia de su criatura…. Porque: ¿qué criatura no hace referencia a su Creador consciente o inconscientemente?

Es entonces, cuando mi experiencia y sensibilidad se ponen al servicio de la obra. Me propongo rescatar el concepto sonoro y estético original de su creador, independientemente de las modas y modificaciones que haya tenido durante su existencia.

Basándome en mi experiencia de restauraciones previas, en un primer paso, inicio una labor de investigación: la búsqueda de documentos sobre la paternidad de la criatura, y paso a observar todos sus elementos, sus faltas de elementos, unidad o variedad artística; cualquier elemento por «insignificante» que parezca, puede darnos información valiosa para llevar a cabo una fiel y verdadera restauración.


A continuación, todos los elementos son desmontados y analizados cuidadosamente,
valorando que la sustitución por una pieza nueva de iguales características sólo se realice en caso de imposible restauración.

En cada uno de los trabajos que llevo a cabo, imprimo no sólo el buen hacer artesanal de trabajar la piel para los fuelles o secretos, desabollar y reconstruir los tubos de metal o madera, o reconstruir los elementos ausentes, hay además un elemento que hace trascender la obra más allá de la parte física de un «instrumento» y lo convierte en «Criatura», ese elemento es el Amor con el que intento impregnar cada uno de mis trabajos.

Mi doble faceta profesional, como Restaurador y Constructor de Órganos, y como Músico (Profesor Superior de Órgano, Dirección de Coros, Musicología y Música Sacra) hacen especialmente distintiva mi labor como organero, ya que confluyen en mi persona los conocimientos y artesanía de un oficio, junto al Arte y la educación auditiva de un Músico profesional.

~ El resultado… «el que tenga oídos que oiga”.